EL CAMPO SEMÁNTICO DE LA EVALUACIÓN. MÁS ALLÁ DE LAS DEFINICIONES.
En las últimas décadas el concepto de
evaluación ha tomado múltiples
formas, con intereses y propósitos
distintos a los que debería obedecer. Evidenciamos en nuestro entorno como las transformaciones
e innovaciones se han dado en el ámbito de las estrategias de aprendizaje, más
no, en la evaluación para el aprendizaje. Esta implica un gran esfuerzo e
intervención en las instituciones educativas donde las estrategias para el
aprendizaje van acompañadas de la tradicionalmente llamada evaluación sumativa. La evaluación según Juan Manuel Álvarez
Méndez la describe como un instrumento para llevar a todos a adquirir el saber
y apropiarse de el de un modo reflexivo, y no eliminar a los que, después de la
salida, no consiguen adquirirlo, por tal motivo se presenta como un
procedimiento natural del ser humano. Conforme
a ello nos damos cuenta que la evaluación implica además de un cambio teórico,
un cambio actitudinal, que confluye a todos los factores de la educación,
porque si se limita a dar una calificación, promover o reprobar se pierde el denominado
formativo que resulta de orientar al alumno para que su aprendizaje mejore y al
mismo tiempo el profesor re oriente su docencia. Juan Manuel Álvarez Méndez es
profesor titular de Didáctica en la Facultad de Educación de la Universidad
Complutense de Madrid, en la que trabaja desde 1974. En su labor docente ha
trabajado y reflexionado sobre cuestiones relacionadas con la evaluación desde
distintas perspectivas. Así mismo algunos de sus libros publicados difieren
sobre la Evaluación, Didáctica y Curriculum como; Didáctica de la Lengua
desde el punto de vista lingüístico (1987) y Didáctica, currículum y
evaluación (2000. 2ª ed.).
De acuerdo con lo anterior el autor en su
libro “Evaluar para conocer examinar para excluir” diluye entre sus escritos
principalmente en el primer capítulo, un sin número de términos
conceptualizados que podrían confundirse con la verdadera intencionalidad de la
Evaluación Formativa. Medir, calificar,
clasificar, examinar, corregir, pasar test, son términos que comparten un campo
semántico con la evaluación pero se diferencian confluentemente por los
recursos que utilizan y los usos a fines con una formación continua. El papel
funcional e instrumental de estas actividades artificiales debe estar radicada
hacia aprender, ya que la evaluación trasciende y no excluye, aunque para que
esta se dé, deben ser necesarios los contextos y la presencia del sujeto. Entre
tanto el profesor desde el interés de la racionalidad practica y critica, está
llamado a desempeñar autónoma y responsablemente su profesión docente,
aplicando un enfoque práctico que lleve al cuestionamiento de un Curriculum
mejor. En el ámbito educativo la evaluación es entendida como actividad critica
de aprendizaje, entendiendo esto como la forma en que el profesor debe llevar
al alumno a aprender, “La evaluación es aprendizaje” en el sentido de que por
ella adquirimos conocimientos (Álvarez M, 1993.).
La evaluación formativa y continua se
entiende así literalmente como la evaluación que forma y que, continuamente
hace un seguimiento del sujeto para evitar la deserción de este desde una
intervención del deber moral del docente. Quiere decir que cuando el sujeto no
progresa adecuadamente en cualquiera de los niveles de educación, el deber
moral y profesional del docente debe apropiarse de la complejidad del problema
que presente, conociendo así sus dificultades y la manera en la que este será
orientado para ayudarle a resolverlas y, del mismo modo a superarlas. Así mismo
la evaluación formal dentro de la educación propicia un acceso a la cultura y
la ciencia, pues este es el reto que cada docente debe adquirir al no dejar a
nadie por fuera y actuar de forma paralela a las situaciones que no excluyan a
ninguno de la participación del saber. De esta manera el docente ofrece
mediante la evaluación y la información contrastada que esta le arroja después
de la corrección, una oportunidad al alumno de colaborar de forma autónoma con
su aprendizaje, ya que el docente deberá mencionar en que fallo de forma crítica
y argumentativa, pero nunca descalificadora ni mucho menos penalizadora.
La necesidad de evaluar se hace innata en
aquellos que deseen colocar en práctica sus conocimientos y del mismo modo
defender sus ideas, razones y saberes. Ese momento en el que además de las
adquisiciones surgen las dudas e inseguridades, pero realmente expresarlas
genera la intención de superarlas avanzando conjuntamente en el descubrimiento
y en la formación del propio pensamiento. Puesto que se dice que el alumno es
responsable de su propio aprendizaje y parte del aprendizaje es la evaluación, es
un derecho que le ampara al alumno el poder participar de ella; El saber porque
se evalúa, como se le evalúa, porque una nota descalificadora o porque una nota
apreciativa. Comprendemos entonces la naturaleza de la evaluación, el poder
añadido que adquiere y el poder generador que conlleva, en este sentido, asume
un papel importante desde la intencionalidad y la funcionalidad en las
necesidades socioculturales que se presentan en el Aula. ¿Por qué la evaluación
formativa? Se habla de; Evaluación
autentica, Evaluación alternativa, Evaluación activa, del rendimiento e incluso
Evaluación por portafolios. Sin embargo simbolizan modos distintos de situarse
en la sociedad educativa, paradigmáticamente representan ideologías distintas, conceptos
nuevos e ideas viejas. Se podría decir, constatar y afirmar con toda seguridad
que la Evaluación formativa y continua, ofrece garantías y credibilidad en el
rendimiento académico del alumno, pues se debe a que esta representa funciones
formadoras y certificadoras en el ejercicio de un ambiente motivador que genera
la práctica docente.
Consecuente a la idea principal del autor
y a manera personal es lógico que cuando hablemos de evaluación nos permitamos
repensar si esta hace parte de los procesos de enseñanza y aprendizaje o por otro
lado este inmersa dentro de estos. Puesto que dentro de la práctica docente se
debe buscar un bien común. Como afirma Álvarez M. la Evaluación formativa es
aquella que forma al alumno y al mismo tiempo al docente, pues se ha hablado
del alumno como centro del aprendizaje, pero el papel docente debe
comprometerse desde la perspectiva ética y no técnica al momento de evaluarse,
trabajando con valores propios y dando connotaciones positivas al momento de
calificar. “Todo buen aprendizaje conlleva autoevaluación de la propia
actividad de aprender” (Álvarez M.2009). De acuerdo con el autor somos nosotros
los docentes que tienen en sus manos el poder de la evaluación, pero lo más
importante es como la utilizamos y para que la utilizamos, debe ser
esencialmente una práctica justa,
comprensiva y con un valor objetivo, que no se vea como desde la racionalidad
meramente técnica sino también desde una perspectiva práctica.
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